Tras esa semana intensa de
festivales y catarsis que ya es tradición en mis veranos, toca empezar a
cumplir todo lo que prometí al volver de Burriana, toca la vuelta a la realidad.
Y con ella traigo una película que vi antes de irme y sobre la que,bueno o malo, algo tenía que
escribir.
“El Dictador” no es más que la
historia de Aladeen (Sacha Baron Cohen), un conocido dictador que disfruta
oprimiendo a su pueblo. Pero su apacible mundo cambiará
cuando Occidente comience a meterse en su antidemocrático régimen. Dispuesto a
resolver este problema, Aladeen viajará a Nueva York para dialogar con las
Naciones Unidas. Una vez en el país norteamericano tendrá que adaptarse a una
sociedad que a priori choca totalmente con la suya.
La verdad es que en estos momentos no me considero un gran amante de la comedia. De hecho miro a mi colección de películas y
encuentro muy pocas del género. Y es que el cine en general y la comedia en
particular han servido durante décadas para hacer que durante un par de horas la
gente consiga olvidarse de sus problemas y reír, pero la comedia actual, con todos
mis respetos a Jennifer Aniston, Ashton Kutcher y compañía, apesta.
La comedia actual se reduce a dos tipos: comedias románticonas y
pastelosas con actores encasillados y en declive, o bien comedias pro adolescentes con nula
propuesta artística y creativa (véase American Pie, Crepúsculo, Mean Girls).
En definitiva, películas que no dicen nada, o por lo menos a mí no me dicen
nada.
Y lo que más me enerva de estas películas es que no les basta con ser
malas, sino que siempre intentan enseñarnos algún tipo de moraleja insulsa
sobre la vida o el amor. ¡Vamos por favor! ¡Que los espectadores no somos tontos!
Pero bueno, me voy por las ramas. ¿De qué estábamos hablando? Ah sí,
El Dictador…
El tema es
que en medio de lo que podemos considerar una crisis profunda de la comedia en
audiovisuales, aparece un personaje, un tal Sacha Baron Cohen y nos plantea
otro tipo de propuesta. A Algunos nos gustará más o menos, pero lo que está
claro es que es una propuesta distinta. Ya en “Borat” se atrevió y ahora con
“El Dictador” ha llevado a cabo una revolución de la comedia a través de una sátira que
va directa al cuello de nuestros gobernantes, directa al cuello del sistema.
También habrá
quien la considere una película vulgar y vacía, y desde luego no le va a faltar
razón al que elija quedarse con la horrible ambientación que convierte a la
Plaza España de Sevilla en un palacio de Oriente Próximo, o a los chistes
fáciles y sin gracia sobre pelos en las axilas. Pero también podemos ver la
otra cara de la moneda, que no es sino que El Dictador nos enseña muchos de los
vicios y prejuicios de nuestra “pacífica” y “avanzada” sociedad occidental y lo
hace de la mejor forma que puede hacerse, mediante el humor. Y es que pienso
que las verdades con humor entran mucho mejor (aquí un servidor se pasó los 83
minutos de cinta con una sonrisa en la boca).
Y todas estas
verdades aparecen resumidas en el discurso final de Aladeen, un discurso en el
que se enumeran los fallos de la democracia y que hace de “El Dictador” una
crítica, en definitiva, a la dictadura
encubierta de la que disfrutamos en nuestra sociedad. Una crítica a través de
un dictador de Oriente Próximo que nos demuestra que nuestra sociedad es muy
distinta en apariencia, pero en el fondo, uno tras ver la película sabe que las
bases que conforman la dictadura de Wadiya, no son muy distintas de las que
rigen tu mundo, tu país, tu ciudad o tu barrio.
Con todo esto
no quiero decir que Sacha Baron Cohen sea Woody Allen o Billy Wilder, ni siquiera
que pueda aspirar a poco más que limpiarles los zapatos a estos dos genios, pero sí digo que hace comedias distintas, y eso hoy en día se agradece. Una película de humor lleno de
verdades. No en vano, ya sabéis que el cine no es más que eso, verdades…24 por
segundo concretamente.
si José Hermosilla te viera....
ResponderEliminarya te digo,me comía a besos...
ResponderEliminarA estas alturas del verano entro en tu blog. No se como se sigue a la gente, pero te sigo Paco y te seguiré (recuerda el proyecto blog conjunto).
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